Más allá de la taza: el té como acto ceremonial, vehículo de sabiduría y símbolo de culturas ancestrales que casi han sido olvidadas.
En un mundo dominado por la rapidez y lo instantáneo, hay gestos que están desapareciendo. Entre ellos, uno de los más sutiles y poderosos: el ritual del té. Hoy, en el Día Internacional del Té, rescatamos una costumbre milenaria que fue mucho más que una bebida: fue un arte, un lenguaje, un camino espiritual.
Desde las montañas sagradas de China hasta los templos zen de Japón, pasando por los círculos de brujería celta y los salones rituales del mundo árabe, el té era una puerta a lo invisible. Prepararlo no era simplemente hervir agua y añadir hojas; era un acto de contemplación, un encuentro entre lo humano y lo divino.
En la ceremonia japonesa del chanoyu, cada movimiento está cargado de intención y belleza. En la antigua Europa, las hojas de té eran leídas como oráculos. En la medicina tradicional china, cada tipo de té se asociaba con órganos, emociones y flujos energéticos.
Pero hoy, este conocimiento está en riesgo de perderse. El té se ha convertido en un producto de supermercado, vacío de su profundidad simbólica. Sin embargo, un movimiento silencioso está rescatando este saber olvidado: desde ceremonias urbanas hasta círculos espirituales contemporáneos, el té vuelve a ocupar su lugar como ritual.
En esta fecha especial, te invitamos a detenerte. A preparar una taza no con prisa, sino con reverencia. Porque en ese gesto pequeño, casi invisible, hay una puerta. Y quienes la cruzan, rara vez vuelven a ser los mismos.