Santo Domingo, R.D. — Este domingo 13 de abril culmina el duelo nacional declarado por el Gobierno dominicano en honor a las víctimas del colapso del techo de la discoteca Jet Set, ocurrido el pasado 8 de abril. La tragedia dejó un vacío profundo en cientos de hogares, y una herida abierta en el corazón del país.
Durante estos días de silencio, recogimiento y reflexión, la bandera nacional ondeó a media asta en señal de respeto. No hubo nombres más importantes que otros. No hubo diferencias. Cada vida perdida fue una historia irremplazable, una voz apagada, una familia en duelo.
El país en silencio
En medio del bullicio cotidiano, el país se detuvo. Las fiestas se silenciaron, los eventos se aplazaron, y en su lugar brotaron velas, oraciones y abrazos. Desde los rincones más humildes hasta las instituciones más altas, la nación entera se unió para llorar a sus hijos.
La música, que tantas veces ha sido símbolo de alegría, se convirtió en un espacio de memoria. Las calles, que han visto celebraciones y pasos de baile, se llenaron de flores, lágrimas y gestos de solidaridad.
Pero ¿Qué es el duelo nacional?
El duelo nacional es un acto solemne que declara oficialmente el dolor compartido de una nación. Es el lenguaje del Estado para decir: "No estamos bien. Nos duele. Y vamos a honrar a quienes ya no están."
Durante este tiempo:
- La bandera ondea a media asta en señal de luto colectivo.
- Se suspenden celebraciones oficiales y se invita a un tiempo de silencio y respeto.
- Se realizan actos simbólicos y conmemoraciones en distintas partes del país.
Pero más allá del protocolo, el duelo nacional es un abrazo simbólico a cada madre, padre, hijo y amigo que hoy llora a un ser querido.
Más allá de los decretos: la memoria y el compromiso
Este duelo no solo marca un momento de dolor, sino también un llamado a la reflexión: sobre la fragilidad de la vida, sobre la importancia de la seguridad, sobre lo que realmente importa.
Hoy concluye el duelo oficial, pero el luto en los corazones continúa. Porque una vida no se mide en títulos ni en titulares. Se mide en el amor que deja, en la ausencia que duele, y en la esperanza de que su recuerdo inspire un país más humano, más seguro, más solidario.
Que el silencio de estos días se convierta en fuerza. Que la memoria de cada alma que partió se transforme en luz. Y que, como país, no olvidemos nunca que el dolor compartido también puede ser el principio de algo más justo, más digno y más humano.
En honor a las víctimas y heridos
En memoria de las almas que partieron este trágico 8 de abril, elevamos nuestro respeto más profundo y nuestras oraciones más sinceras. Cada vida representa un mundo, una historia, un amor que hoy deja un vacío inmenso. A sus familias, nuestro abrazo solidario. A los heridos, nuestra esperanza firme por una pronta y total recuperación. Que el dolor compartido de una nación se transforme en fuerza colectiva para sanar, recordar y construir un futuro más seguro y humano. Hoy, el país llora unido… y promete no olvidar.