Tradicionalmente las fiestas y conciertos más calientes en el país son las de fin de año; donde el corre corre y los shows artísticos y mediáticos están por todos lados.
Es ahí donde la gente expone su bolsillo al máximo. Si, hasta el fondo, hasta lo ajeno se va, “total el fin es gozar” es la justificación más común. Sin embargo, en la última década, según mis cálculos, ha surgido un fenómeno como si se tratara de un cambio climático, la calentura… ¡y vaya calentura!
El corre corre, el lleno en todos lados, los conciertos, la gozadera total se ha trasladado a otra temporada del año y ojo, no es en la ciudad, sino en los pueblos; explotan los centros turísticos, se trata de la muy esperada Semana Santa, que antes se comercializaba como una semana de reflexión, paz, tranquilidad y habichuelas con dulce, por suerte esta última todavía sigue estando presente en la mesa del dominicano.
Sin embargo, ahora la Semana Santa es la temporada donde los dominicanos están haciendo su mayor inversión en los llamados “teteos”.
En la capital se queda el que no puede, no quiere o sencillamente prefiere “cogerlo suave” por decirlo de algún modo. Más en el interior se encienden lugares como Punta Cana, Cabarete y Las Terrenas siendo este último, el mayor concurrido.
El panorama de “desborde “en esta temporada es impresionante: La cantidad excesiva de personas, las calles, las playas de día y de noche todo… parece un carnaval 4×4,vehículos alta gama, carros, motores de todos tipos de motos FourWheels, ThreeWheels, pasolas, patinetas eléctricas, bikinis, tangas, nalgas, muslos, tetas, los tigueres con to’ los cascabeles, pila de bulteros, los extranjeros a la vista también, el musicon y a media noche los conciertos…
¡Boom! definitivamente el que se da una vuelta por el interior del país en esta temporada se da cuenta que “este cuento si ha cambiado”, casi tanto como el cambio climático.








