Santo Domingo. — El universo voluptuoso, satírico y profundamente humano del pintor colombiano Fernando Botero (1932-2023) cobró vida en escena con la obra BOTERO, interpretada magistralmente por el Ballet Nacional Dominicano (BND) en la sala Carlos Piantini del Teatro Nacional “Eduardo Brito”.
La coreografía, creación de la reconocida artista Annabelle López Ochoa, llegó a República Dominicana luego de una exitosa gira internacional, como parte del inicio del Mes de la Danza y en conmemoración del 85 aniversario de la Dirección General de Bellas Artes.
Bajo la dirección artística de Stephanie Bauger, el elenco del BND ofreció un espectáculo que rebasó los límites del ballet contemporáneo, fusionando técnica, teatralidad y un potente discurso estético. La propuesta coreográfica se inspiró directamente en los icónicos personajes de Botero: figuras voluminosas y llenas de vida, que fueron replicadas en escena a través de complejas prótesis textiles que desafiaron tanto el movimiento como la lógica visual.
Los trajes, diseñados por Diana Echandía, fueron una hazaña artesanal: cada uno compuesto por decenas de piezas que permitieron mantener la movilidad escénica sin sacrificar la fidelidad visual. “Un pantalón de Botero tiene 75 piezas”, comentó la diseñadora, y esa precisión se reflejó en cada paso.
El espectáculo combinó momentos de sátira social con escenas de ternura y crítica, abordando temas como la vida cotidiana, la religiosidad y la violencia latinoamericana. Esta narrativa se entrelazó con una música compuesta por Juan Acosta, que guió al público por una experiencia sensorial inmersiva.
La actuación de los bailarines fue ovacionada, destacando especialmente la interpretación de Eliosmayquer Orozco y Laura De Los Santos, quien encarnó a la mosca en una de las escenas más simbólicas y provocadoras de la noche.
La producción contó con el respaldo del Ministerio de Cultura, la Dirección General de Bellas Artes, el Ballet de Medellín, Arajet, Sodança y el Teatro Nacional Eduardo Brito.
El resultado fue una noche de arte total, donde la danza se convirtió en pintura en movimiento, evocando a un Botero que, por unas horas, pareció respirar y moverse entre nosotros.
Como expresó Bauger: “A través de la obra, buscamos que el arte nos inspire a ser mejores seres humanos y a cuestionar nuestra historia y el mundo que nos rodea.”