Un episodio literario de la Antigua Grecia refiere que el rey Agamenón mató a un ciervo en el bosque sagrado de Atenea. La diosa, como acto de venganza, detuvo el viento, y de esa forma impidió que la flota del rey partiera a
Para que el viento volviera a soplar, Ifigenia, la hija del rey, tenía que ser sacrificada a la diosa. Diversas fuentes refieren varios finales para esa leyenda. Unas sostienen que la joven murió como ofrenda a Atenea. Otras, que Artemisa la sustituyó por un ciervo en el último instante y de esa forma salvó la vida de la princesa, escondiéndola en un sitio donde nunca pudo ser descubierta.
“The killing of a sacred deer” reactualiza el asesinato del ciervo que caza Agamenón en la tragedia, solo que el sufrir en esta cinta no es de reyes, sino de una familia de profesionales que goza de prestigio social.
Un cirujano cardiólogo comienza a proteger a un adolescente cuyo padre falleció durante una operación a corazón abierto que él le practicó.
‘Travellings’ y ‘zooms’ manejados con destreza reafirman la ténica del cineasta griego Yorgos Lanthimos. En sus primeras películas abundaban los planos fijos y la violencia explícita expuesta con frialdad y realismo, con claras influencias de su maestro Michael Haneke. Un ejemplo sucede en el momento del desenlace de “El sacrificio…”, inspirado en una inolvidable escena de “Funny games”.
Lanthimos traslada la tragedia griega al mundo médico de hoy. La creencia del destino contra la tecnología. La imposibilidad del hombre de nuestros días de salvarse de aquello ya escrito mediante los avances sanitarios.
El director expone a una familia británica ejemplar a un dilema recogido en una leyenda de la antigüedad.
El rencor de un joven pude llevarlo a poseer poderes telepáticos. Pero también lo puede hacer víctima de los poderes del destino. Y en este caso, la negligencia del ciervo herido (el médico) por su mala praxis médica, puede traer consecuencias médicas inexplicables para su propia familia.
Todo esto se expone con la frialdad que caracteriza a los personajes de Lanthimos. Colin Farrell aborda su personaje con maestría, al igual que el adolescente Barry Keoghan, frío y apático.
Especial mención a Alicia Silverstone, quien capta la esencia de su personaje, y a través de este nos brinda un trabajo que pone al espectador siempre en jaque.