Todo comienza cuando el nombrado Francisco Pérez, alias Tío Paco, quien era un trabajador dedicado a la fabricación de bustos del ilustre José Martí, muere dentro de la misma máquina que él había inventado. Sus compañeros deciden honrarlo con un servicio fúnebre ejemplar y lo entierran con el carnet laboral que viene a representar un símbolo de su condición obrera. Cuando la viuda acude junto con su sobrino a reclamar su pensión – a la que tiene derecho – el funcionario de turno le pide el famoso carnet laboral para tramitar la solicitud, es ahí que le informan al funcionario que el carnet fue enterrado con el muerto por lo que comienza la verdadera odisea del sobrino y la viuda.
A partir de este acontecimiento, comienza un vaivén de aquí para allá en donde cada quien lo envía a diferentes departamentos. Algunos empleados pertenecientes a esa burocracia les informan que falta un sello. Otros que tienen que buscar una orden de exhumar el cadáver. Más luego, desentierran al muerto y luego tienen que volver a enterrarlo; no sin antes tener un altercado con el funcionario del cementerio. En fin, una situación desesperante que lleva al sobrino a la locura todo dentro de un guion bien estructurado que causa risa de principio a fin al espectador.
Desde el principio y en el desarrollo de la película, notamos que el burócrata y la burocracia funcionan como lo mismo, y ambas nociones nos llevan a la muerte. El director Gutiérrez Alea se las ingenió para criticar un modelo de administración a tan solo cinco años de haberse instaurado en Cuba el sistema socialista. Tuvo sus críticas aunque mantuvo su nivel de independencia conceptual.
En la película se manifiesta cierta simbología a través de los sueños de Juanchín quien es el sobrino y nos representa además, una series de animales tales como: un Buho; Buitres y perros aullando que son una manera de representar la muerte; y de que todo este significado vaya en favor de la clase trabajadora y no de un modelo burocrático perverso. Esta comedia con mucho humor negro y bien fino, está muy bien actuada por el actor Salvador Wood quien hace el papel del sobrino que es quien lleva la carga pesada de la trama.
Tomás Gutiérrez Alea se convertiría en un individuo con ideas muy propias, mostrando a través de sus trabajos fílmicos críticas a situaciones o elementos que pudieran ser parte de la sociedad. Mantuvo ese delicado equilibrio entre las ideas revolucionarias y esa crítica social y política de su país. Lo vimos en su otra película “Memorias del Subdesarrollo” del año 1968 que muestra cómo las contradicciones de un burgués se refleja en las de una sociedad; y una de sus películas más populares del año 1993 “Fresa y Chocolate” donde narra la amistad entre dos hombres que buscan superar la incomprensión y la intolerancia.
“La Muerte de un Burócrata” no tiene desperdicio para poder disfrutarla a plenitud. Es una película muy bien hecha con tintes de comedia de humor negro. Su guion es una suerte de relato con aires kafkianos del proceso mutante de la historia misma. Es una obra de constantes referencia que quedará como modelo de comedia y crítica social.
SEPA MÁS
Datos interés
Curiosidades.
Se rememoran momentos importantes de la historia del cine. La maquinaria de la fábrica de bustos de Martí donde muere por accidente El Tío Paco recuerda “Tiempos Modernos” de Charles Chaplin.
Escena.
La pelea a las puertas del cementerio comienza como las escenificadas por Laurel & Hardy rompiendo lo que es del otro, y esperando respuesta, y las coronas de muertos se lanzan como si fueran bizcochos.
Recursos.
También aparecen verdaderos bizcochos, uno de las cuales acaba en la cabeza de un policía.